2009-03-19

DIvagaciones (sin hora)

Ella me dijo que la poesía es para los niñitos abatidos; calavera o más bien pañal de una obra literaria. Hay que ser, según ella, joven para perderse entre versos y hacer de todo escrito una turba de garabatos pretenciosos, pero para ser un tejedor de cuentos (historias universales: la materia trascedental) hace falta ser un cincuentón.
Estoy de acuerdo parcialmente en lo último -en cuanto a vivencias concierne y lo de la poesía ni quiero meter mi cuchara-, sin embargo, va un tanto más allá, porque como dijo Kundera: no tenemos objeto de comparación porque sólo vivimos una vez. Quién tenga el lujo del eterno retorno nietzschesco es, sin lugar a dudas, el único que podrá vertir tiempo en el tiempo y llegar eventualmente a ese último libro que en sí mismo representaría a la posteridad más anacrónica de nuestra existencia. Nosotros imitamos a la reencarnación, amiga, con cada libro que zampamos.

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