2008-07-02

Islas de azufre

Observar a otras personas era normal para él, y de vez en cuando narraba sus vidas en un diálogo interno y apocalíptico; dejaba de ser la caja de Pandora de su existencia y convertíase en un Dios que pronto decepcionaba a su obra. Así regresaba a primer plano con el id obliterado, sin deseos de subsistir, tirando todo por la orilla de aquel mundo plano e insípido. Era como morir, quedar en el semivacío en espera del nuevo verbo y la estruendosa explosión cósmica. Tal encarnación le apetecía un pecado inevitable y repetitivo; de esta manera debe sentirse el omni-potente-presente, ¡ay de nosotros cuando la paciencia se le acabe!

No hay comentarios: