Jaime Sabines In memoriam 1926-1999
Bellos versos leía
del poeta y sonreía,
y en el corazón
cada ritmo eco hacía.
Dormir era morir,
esa cama,
nuestra tumba,
vientre seco.
(Dormir: lo único aceptable como fin de la vida).
Y al amanecer
un asesinato, un accidente,
una enfermedad terminal,
un paro cardíaco,
todo burdo perecer.
Dormir: soñar el sueño eterno,
bailar con el fauno
en planos de ensueño,
en crescendo su solfeo,
¡oh, beso último de Morfeo!
Eso y nada más, la muerte,
¡qué encanto el suyo!
Como toda ávida suerte
las tripas nos saca
y el alma nos atraca.
(Dos es uno sempiternamente).
Bellos versos leía
del poeta y sonreía,
y en el corazón
cada ritmo eco hacía.
Dormir era morir,
esa cama,
nuestra tumba,
vientre seco.
(Dormir: lo único aceptable como fin de la vida).
Y al amanecer
un asesinato, un accidente,
una enfermedad terminal,
un paro cardíaco,
todo burdo perecer.
Dormir: soñar el sueño eterno,
bailar con el fauno
en planos de ensueño,
en crescendo su solfeo,
¡oh, beso último de Morfeo!
Eso y nada más, la muerte,
¡qué encanto el suyo!
Como toda ávida suerte
las tripas nos saca
y el alma nos atraca.
(Dos es uno sempiternamente).
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