Vertimos el tiempo en la hoja. Arrastramos las fechas lejos de sus cualidades abstractas. Le damos memoria de párvulo; de adolescente dibujando sus vagos semblantes; de tono severo y maduro. Con tinta y papel le damos vida nueva al árbol, retribuición al ultraje de la madre, de la bella celeste, Gaia. [ Relata, relata chamaco de lata]
Afuera de la primera cuna, lacerado el cordón, transmutado el líquido por aire, lanzado el grito de infante estrenando sus ojos: rostros difuminados, y la nieve, la cruel nieve bajo tantos soles.
La segunda cuna, las pieles de nobles animales, caras borrosas, y un vapor rosado. Registrando sonidos, hacen eco; las glosolalias, divinas, demoniacas, duales. Mi rosa náutica: delfínorte, perroeste, elefanteste...
Después, con los pies en la luna y la cabeza en la tierra, comprendes qué son estos brazos largos, estas piernas escuálidas, este pierrotesco pellejo que es tu carne. Estira, estírate resorte. Las colchas y el colchon huelen a orínes, las lágrimas saben a sal, la humillación es melcocha de secreciones. Vives en una burbuja, ¡qué va!, jamás saliste del vientre sino hasta que te doraste bajo el famélico sol de la ciudad.
Ya a la intemperie da lo mismo si la tierra dormita o se convulsiona en sismos. Y si la burla, el puño, la patada, los gargajos tocan tu cara busca solaz en el llanto, en la fama de niño mimado, de niño castrado. Bajo el yugo de las mujeres, niño, has de buscar refugio bajo las faldas de tus matriarcas.
Cuando el corazón te murmure las blasfemias del deseo y de todas las proezas del lenguaje hayas aprendido a decir 'te quiero', titubearás al pronunciar cada sílaba. Así cuando el mensaje, cuyo propósito es claro, haya llegado a las mentes de aquellas niñas, te verán como un animalito curioso, te darán un beso en la mejilla y te llamarán amigo. [En realidad querían decir amiga]
Así nace y se recicla tu tragedia: niñas no quieren niños con moño quieren a niños con modales de mono.
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