2009-02-22

Dos gatos como estatuas

Estóicos felinos a mi derecha
cazan en la calle estrecha,
sumergidos en una pantalla gris, noche,
fulgor de media luna sin reproche.

Cae la colilla de mi cigarro,
se va rodando por la acera,
gárgola que me mira,
otra cabizbaja suspira,
un segundo al flujo lacera,
ojos demoniacos entreven
la costilla que desgarro.

¡Belén, manzanas de Belén,
que las putas tragan en su harén!

En miniatura el nacimiento
del niño destinado al sufrimiento
entre los presentes: dos gatos, estatuas,
ángel y demonio, profetas de Pascuas.

Uno, negro, al nacido le roba
el hálito y a sus vírgenes peones,
otro, amarillo, tocaba con guitarra loba,
una oda al Mesías: festín para leones.

—Mátenlo, mátenlo,
con piedras,
rómpanle la crisma.

Cuélguenlo, cuélguenlo,
con clavos,
en la madera,
¡qué jocoso trapecista!

Cállenlo, cállenlo,
con lanzas,
en los pulmones.

¡Beban, beban,
su sangre,
coman, coman,
su carne!

¡Aleluya, matamos al señor!—

Mirando la muerte de la llama
se acaba el hilo de mi trama,
vuelvo a ser blasfemo vago
cuando la colilla con mi cara apago.

Bucólicos felinos a su izquierda,
en un callejón de basura y mierda,
sumergidos en la resaca de las noches,
fulgor de luna, llena de reproches.


1 comentario:

zuurfer dijo...

Y si trataras de eliminar las rimas asonantes de tus poemas?

Así no se escucharían repetitivos al final de cada verso