Cada quien termina por recordar su vida como le plazca y lo mismo va cuando uno quiere contarla. Si se adorna con guarniciones de metáforas, con joyas de las imaginerías o si se le atavía con monosílabos harapientos ¿su valor perdura, se devalúa, se encarece? Dependerá, sin duda, de quién la pondere.
No hay comentarios:
Publicar un comentario