RITO ANTES DE DORMIR sobre dos colchones raídos y destartalados, sábanas de color girasol, colchas bañadas con primor de toxinas, de semillas. La lengua espectral paladea solipsismos, lame párpados y a un lado del cuello brama un toro. Alfileres, nervios crispados, reflejos de relámpago en la superficie de un mar somnoliento, peces precipitándose, saltando y muriendo en el vuelo de las gaviotas.
Con un hoyo en la frente se salían los segundos, minutos y horas, todos inombrables. Los poros emanaban un flujo de células suicidas. Con un hoyo en la frente se escapan los peones del tiempo, esos que, aunque los hemos buscado en cada recoveco de la Tierra, sus nombres tan antiguos como la lengua del ser siguen siendo inombrables.
Devuélvenos el sueño, arena traidora, porque bajo tu deslizar están las falanges que nos peinan los cabellos, las patas que les oprimieron el corazón, las tenazas que te hubiesen pinchado los cachetes, antenas que le han flagelado con tesón. Aunque hayas intentado despertarme con tus intenciones, aunque quisieses dormir con la ilusión: conjetura al alcance de las lenguas oscilaría entre dos. Un espejo y la pluralidad de colores; espectros de una haz de luz. Sol que todo alumbrase y nada quemare. Sortilegio en unos puntos suspensivos...
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