2010-06-29

Una parte suya cuelga a la orilla de tu cama
Sé que te aferras de uñas a ese brazo
Y tus dedos embonan en sus ligamentos
Para que al cerrar los ojos dediques
Sueños de plegarias por su regreso
Y el vaho de su ausencia ya no empañe tus ventanas.

¡Suéltate ya, niña, esos dedos son falanges!

La memoria reconstruye instantes a su antojo
Por influjo del caudal de tus venas
La miríada de halagos y caricias
Ya son otros labios, otras manos, otras palabras
Que se lanzan hasta que  claudiques
En tropel de tu incertidumbre.

¡Cántale a tu vientre
Para que haya otro
Retoño al amanecer! 


Hay un fantasma en tu cabeza
Una fotografía
Un rostro
Un cuerpo
Una voz
Todos son como las estrellas
Su brillo es el pasado jamás presente.

¡De esas cenizas, mujer, el fuego no vuelve a arder!


La turba ingrata clama tus huesos
¿Habrá uno  de ellos que te muestre
Espinas de luz que construyen un diamante
Trémulo en el pecho jadeante de la mar?
¿Sabrá, alguno, el secreto de la noche
que nace cuando el sol se sumerge
hacia las profundas aguas del Pacífico
y con sendas humaredas
crea el manto de ébano y marfil?


¡Nadie te puede salvar, 
nadie te puede curar, 
sólo habrá quien detalles 
te pueda mostrar!

No hay comentarios: